Ciudad de México.- Que no se derrame más sangre. Eso pide. Un día después de aterrizar en México, en medio de un solar con piso de cantera, frente a unas 100 personas que aguardan d media hora su aparición, en medio de clics de obturadores y aplausos tímidos, con la cabeza baja y una camisa blanca a rayas, el expresidente de Bolivia, Evo Morales, toma el micrófono y habla.

“El golpe de Estado en contra mía empezó el 21 de octubre —cuenta, los brazos entrelazados sobre la mesa—, un día después de que nos lleváramos la victoria en las urnas. Desde entonces se desató la violencia. Ya hubo cuatro muertos y yo sólo le pido a la policía y a la milicia que paren eso, que dejen de mancharse las manos con sangre de nuestra gente”.

Golpe de Estado o fraude electoral: la discusión lleva ya cuatro días sobre las mesas de todo el continente
Golpe de Estado o fraude electoral: la discusión lleva ya cuatro días sobre las mesas de todo el continente. La intervención de las fuerzas armadas y el hecho de que grupos opositores que no ocultan sus cartas de fe —la Biblia sobre la Casa de Gobierno, las banderas indígenas quemadas en las calles— le dan al expresidente la excusa para señalar el racismo en su contra, los motivos neoliberales para quitarlo del poder y desestimar a las multitudes que denuncian un fraude electoral que, luego de 14 años de mandato, lo perpetuaría en el cargo.

A sus 60 años, Evo no puede ocultar la desdicha tras la caída: los hombros, escurridos; la voz que temblequea cada tanto.

Esta es su primera conferencia en forma desde que dejó el gobierno de Bolivia, realizada en el Museo de la Ciudad, en el Centro Histórico de la capital mexicana. Detrás de él, una fuente de pared en forma de concha, iluminada con una luz azulada, le otorga un aura de santo cuando se le mira de frente. Ajeno a ese efecto, Evo no escatima en los detalles de su historia, de todo lo que lo trajo a estas coordenadas.

Narra otra vez la cronología de su huida. El avión que no puede entrar a Bolivia, las insistentes solicitudes con el mando de la fuerza aérea, la intervención de Alberto Fernández —el presidente electo de Argentina— para que la aeronave pudiera cargar gasolina en Paraguay, los permisos para sobrevolar varios países: Chile, Ecuador, Brasil… una cardiaca odisea latinoamericana hasta México.

Agradece dos, tres, cuatro veces al gobierno de Andrés Manuel López Obrador —incluso aprovecha para felicitarlo por su cumpleaños— por recibirlo y al pueblo mexicano por salvarle la vida. Porque Evo asegura que su cabeza tenía ya un precio: un día antes de renunciar a la presidencia supo que intentaron sobornar a uno de sus elementos de seguridad.

Nunca hubiera imaginado que las fuerzas armadas me traicionarían de tal forma
EVO MORALES en el exilio

Que la OEA —la que hace unos días señaló “irregularidades importantes” en los comicios de Bolivia y propuso volver a llevarlas a cabo— también le jugó en contra: “En vez de la Organización de los Estados Americanos, la OEA debería llamarse la ‘Organización de los Estados del Norte’.

“Es evidente que ellos están al servicio del pueblo americano”, afirma y no duda al dejar una carta sobre la mesa: la posibilidad de que Estados Unidos esté detrás de la estrategia que lo dejó fuera del mapa.

Evo insiste en que el pueblo lo eligió de forma legítima, que él nunca pidió a las instituciones electorales bolivianas hicieran algo ilegal para favorecerloNo dice mucho de otros temas, por ejemplo, la acusación de fraude hecha por la oposición, que desató protestas violentas y multitudinarias en las calles de distintas ciudades de Bolivia. Dice, en cambio, que el pueblo lo eligió de forma legítima, que él nunca pidió a las instituciones electorales bolivianas hicieran algo ilegal para favorecerlo, que está dispuesto a que se revise el proceso: “Nuestro gobierno está basado en la sabiduría ancestral del ama sua, ama llulla y ama qhilla: no robar, no mentir y no ser flojo”.

Insiste en que el pueblo lo eligió de nuevo por los avances que logró. El año pasado, menciona, Bolivia obtuvo por primera vez un honroso primer lugar en crecimiento económico de Latinoamérica.

En Bolivia estuvimos mucho tiempo acostumbrados a ser el primer lugar en pobreza, sólo después de Haití. Yo puedo decir que en mi gobierno las cosas cambiaron. En 2018 fuimos el número uno de la región en crecimiento económico
Fue un golpe de Estado, insiste Evo y denuncia que la proclamación de la senadora Jeanine Áñez como presidenta interina viola la Constitución, puesto que la Asamblea Plurinacional no cuenta con quórum para sesionar y, por lo tanto, su renuncia como presidente no ha sido ni siquiera aceptada.

“Ellos no aceptan que sacáramos de la pobreza a las familias más humildes, no nos aceptan la nacionalización de los recursos naturales. Porque después de la nacionalización empezamos a industrializar, y ya estamos empezando a exportar cloruro de potasio, carbonato de litio, 350 mil toneladas de litio al año.

“Mi gran delito es ser indígena” insiste. “Todo esto fue por un problema de clases. Sí volvería a Bolivia si mi pueblo así lo quisiera. Pero antes de volver a gobernar, necesitamos diálogo pacífico entre todas las partes. Si mi pueblo pide, estamos dispuestos a volver para apaciguar, pero es importante el diálogo nacional. Vamos a volver tarde o temprano para pacificar Bolivia”.

Tras una hora de conferencia, Evo se levanta de golpe, sin aviso, y se disculpa con prisa. No acepta preguntas. A pesar de todo, de conservar la vida, de estar en Ciudad de México, Evo se retira cabizbajo, no oculta su desdicha.