Ciudad de México.- El Teatro de la Ciudad Esperanza Iris contó este domingo con la presencia de la cantante española Concha Buika (Palma de Mallorca, 1972) en un concierto que forma parte de su World Tour 2019 con la que cierra un ciclo de su carrera para dar paso a “un nuevo panorama de descubrimiento musical”.

A pesar de tener una innegable carrera llena de reconocimientos, Buika es una cantante que nunca pensó en cantar:

“Yo nunca soñé con cantar. Yo jamás he buscado nada. Yo estaba en un bar cantando y se me acercaron unos señores para proponerme una carrera que rebasara los límites en los que entonces me movía”, dice.

“Soy la cuarta de seis hermanos. Seis hermanos más primos, más tíos… era muy difícil que te escucharan. Siempre había alguien que hablaba mucho más fuerte que tú, siempre había alguien que era mucho más fuerte que tú”.


Los aplausos como droga



Su juventud estuvo influenciada por pensamientos negativos respecto a ella misma:

“Mi familia siempre decía: ésta va a perderse por la vida, ésta no va a tener futuro, ésta va a ser un desastre”, decires que paulatinamente afloraron en ella un sentimiento de rebeldía. “Me convertí en una niña muy rebelde, una enfant terrible, siempre andaba metida en follones”.

Fue en medio de ese entorno como Buika subió a un escenario simplemente “para que me escucharan”. La atención del público, pero sobre todo sus aplausos, “se convirtieron en una droga”. Fue así como los astros se unieron.

La artista reconoce que creció con una idea deformada de sí misma que le impedía verse como una cantante de masas:

“Nunca soñé con atraer a personas a escucharme. Yo crecí con la idea de, o me hacían pensar, que las personas mal habidas no atraen a nadie, que nadie se iba a concentrar para escuchar a una persona que es tonta”.

Durante un tiempo Buika no pudo sino acomodarse “a los pensamientos negativos acerca de mí. Todo eso viene de la falta de creer en ti, cuando en tu entorno te han hecho pensar que no vales”. Desgraciadamente “eso nos pasaba a muchos adolescentes de mi época, ¡a muchos!, como a mí”.


Triunfar es…



Aunque ya cantaba, jamás se acercó a una discográfica ni buscó algún contrato para girar por el mundo. Todo se dio de manera espontánea:

“Simplemente un día unos representantes se me acercaron…”

Fue así como inició una carrera que la ha llevado por diferentes países y le ha permitido grabar diez álbumes:

“Yo veía a muchas artistas de aquella época y no me sentía identificada con lo que veía. Incluso hoy en día me pasa bastante. Es decir, no es algo que esté buscando. Ha sido la tribu la que me ha ido llevando adonde estoy ahora.

—¿Cómo habría sido su vida sin esa serie de casualidades?

—Pues hubiera sido maravillosa. Yo vine aquí a triunfar, cariño, y triunfar no significa que me fotografíen las cámaras o que tenga un coche súper fancy o viva en una mansión en Beverly Hills. Eso no es triunfar, eso es otra cosa. Triunfar es, ¡guau!, meterte en la cama y sentirte a gusto. Eso es triunfar.


¡A mí qué me importa Carlos Santana!




A Buika la embebe una personalidad distendida que le permite reír con gran facilidad e intensidad. Sin embargo, esto sólo ocurre cuando se siente en confianza:

“Si de repente me ponen delante a esas personas que estás viendo en la tele que son casi deidades, no me siento reflejada”.

Entra en pánico y su personalidad cambia, dice.

Así ocurrió cuando le dijeron que tendría una participación con Carlos Santana en el disco Africa Speaks:

“¡A mí qué me importa Carlos Santana!”, llegó a decir en un momento; sin embargo, conforme lo fue conociendo y pudo trabajar con él, se dio cuenta que “tiene una calidad humana que lo convierte en un tótem gigante de amor”.

—¿Es cierto que Santana hizo muy poco en dicha colaboración al grado de casi poner únicamente su nombre?

—¡No! Él grabó las bases, están maravillosas. Se pegaron un trabajazo tremendo. Ellos hicieron un gran trabajo con Rick Rubin. Yo hice mi parte, que era la de componer las melodías y las letras; pero en toda la participación musical hicieron un trabajo precioso. Ese disco es una maravilla. Aparte, eso no hubiera sido posible de no ser Santana como es. Aunque él lo hubiera querido, eso no lo habría podido hacer sin la producción que consintió.



La libertad, el mejor de los estados humanos




Aunque la vida que tiene ahora ha sido producto de una serie de casualidades, no significa que no la valore ni se encuentre atenta a los peligros que existen en una industria tan complicada como la musical:

“Yo crecí oyendo a tantas personas decir que han estafado a tal o cual artista llevándose su dinero. Pero no pasa nada que tú no sepas que puede pasar. La avaricia es muy complicada”.

Buika menciona que cada quien “crea su propia aventura, tanto para lo bueno como para lo malo”, Sin embargo, acepta que, pese a tantos años de andanzas musicales, “todavía no sé defenderme. Hasta la fecha no hay manera de aprender a defenderte de eso”.

Una buena medida ha sido la independencia:

“Yo tengo mi propia oficina, dejé de contar con managers”.

Y aunque reconoce que esa labor autogestionaria “es muy difícil”, la libertad “es el mejor de los estados”:

“Pero, sí, es el más difícil de sostener. Sin embargo, me ayudo de mucha paciencia y mucha alma”.

Parte de esa independencia también la llevó a aprender a producir su propia música, labor que, confiesa, le gusta hacer:

“En algún momento de mi vida quise introducirme en la ingeniería de sonido, pero me dormía en las clases y amablemente me invitaron a echarme de la academia”, dice antes de soltar una de sus contagiosas risas.

Sin embargo, pudo dar continuidad a su inquietud a través del productor Jacob Sureda:

“¡Tremendo músico!”. Él me decía: “Déjate de tonterías, deja de perder el tiempo, siéntate aquí y aprende”. Y fui realizando el trabajo sucio como limpiar pistas. Me encanta la producción, no puedo evitarlo. Me vuelven loca las máquinas.

Finalmente, respecto a la banda que la acompaña, la cantante española menciona que “fueron apareciendo poco a poco”, pero el común denominador de todas las bandas que ha tenido “es la libertad”:

“Lo que busco siempre en un músico es libertad”, remarca, entendida ésta como “la ausencia de barreras de género” donde la música simplemente “es música sin etiquetas”.

Sorprende que para dar un concierto sin un repertorio concreto no ensaye con su banda:

“No hay tales ensayos, así es. Yo no acostumbro ensayar. Me parecen bolos [conciertos] no pagados”.
_