«Haz de mi hastío un templo para el exceso. ¿Quién no tiene tiempo para líneas de tiempo infinitas?», escribió en 2018 la escritora norteamericana Rosebud Ben-Uni en el poema titulado Poeta luchando contra Rick and Morty, pero sobre todo contra Rick. Resulta curioso que un personaje animado pueda transmitir tanto desencanto. Rick Sánchez: un hombre de ciencia, inventor cínico, alcohólico, machista. Un ícono televisivo que ha sido arropado por toda una generación como un emblema de los tiempos que corren.

Tras dos años de espera, el anuncio de una nueva temporada y 70 subsecuentes episodios conlleva también la necesaria pregunta: qué más puede ofrecer Rick and Morty y cómo responderán a sus detractores. Porque la voz de Rosebud Ben-Uni no es la única que ha marcado una distancia crítica respecto a la serie creada por Dan Harmon y Justin Roiland. Pese a la crítica casi unánime que la ha convertido de las series animadas más exitosas de los últimos tiempos —con 2.5 millones de personas cautivas a su transmisión—, existen reservas ante la notoria carga ideología revuelta detrás del humor absurdo y por la manera en que moviliza a los fans.

La serie, una suerte de parodia de la trilogía Back to the Future, muestra las aventuras de un adolescente y su abuelo científico quienes, mientras viajan a través de diferentes dimensiones y universos para solucionar problemas que ellos mismos provocan, se ven obligados a renunciar a todo precepto moral para sobrevivir y superar el terror.


Su estreno es este domingo 10 de noviembre a las 11:30 pm y lo podrás ver a través de @adultswim

Y es justo esto lo que alarma a no pocas personas: que una fórmula basada en el nihilismo, la ironía y el desencanto, que obliga a sus personajes a enfrentar el absurdo –la ausencia de significado y una violencia omnipresente, carente de propósito– como condición de vida, resulte tan magnética. “Si Dios está muerto, entonces Rick and Morty es su funeral“, apunta Dan Harmon.

Así, mientras Morty representa las dudas de un niño a punto de de descubrir el vacío existencial que conlleva la vida adulta, Rick es un inventor anestesiado por el alcohol y la arrogancia de una inteligencia sin límites cuya única bandera es que la emoción y la ética son sólo refugios para los débiles: “idiotas que serán devorados por el universo”.

Estas ideas, que los personajes abordan con un humor desparpajado, ha generado que la serie sea analizada bajo las teorías de escritores como Albert Camus, el mismo sujeto que escribió: “Para un espíritu absurdo la razón es vana y no hay nada más allá de la razón”.

El problema es que estas comparaciones han azuzado a ciertos fans quienes aseguran que, para de verdad entender Rick and Morty, se requiere un IQ elevado y una serie de referencias culturales especializadas. Estos seguidores —hombres en su mayoría— son los mismos que denostaron la participación de guionistas mujeres en la tercera temporada y quienes han convertido a Rick Sánchez en una suerte de tótem para justificar ideas y actitudes misóginas.

El mismo Dan Harmon ha marcado distancia de quienes ven en Rick un modelo a seguir. Tanto en Entertainment Weekly como en su podcast Harmontown, ha definido a este grupo de fanáticos como sujetos incapaces de conectar con el mundo, enfermos de narcisismo que se nutre de vagas lecturas de Nietzsche, que buscan proteger lo único de lo que pueden sentir orgullosos: su raza o su género.

Una anécdota que ejemplifica este fenómeno ocurrió en 2018, cuando McDonald’s anunció la reedición de la salsa Szechuan, un condimento con el que, dos décadas antes, se promocionó la película Mulan. La serie hizo referencia a esta salsa en uno de sus capítulos así que la multinacional de alimentos decidió congraciarse con los fanáticos y ofrecer nuevamente este producto, que el mismo Justin Roiland había calificado de racista.




Hordas de admiradores agotaron en minutos la salsa Szechuan. La violencia se suscitó en varias sucursales. La policía tuvo que intervenir para evitar que agredieran a los trabajadores. Aunque los creadores se deslindaron de ese ardid publicitario, quedó claro que la serie tenía una potente influencia cultural y una rara capacidad para movilizar masas.

El articulista James Parker de The Atlantic escribió que existe una similitud peligrosa entre los seguidores de Rick y las posiciones que enarbola Jordan B. Peterson, el psicólogo anti-feminista y autor de varios best sellers en Norteamérica en donde denosta la importancia de la igualdad de género. Al igual que el escritor canadiense, Rick encarna también la descripción de troll narcisista y egomaniaco.

La preocupación por asegurar la continuidad de la serie había impedido que los creadores plantearan respuestas o alternativas a estas críticas. Ahora, las siete temporadas firmadas con Adult Swim, los ponen ante esta disyuntiva creativa.

Como guionista, Dan Harmon obliga a sus personajes no a realizarse sino a descubrir qué tan poco importante son. La seguridad, la arrogancia, la autosuficiencia de los primeros capítulos evolucionan hacia el autodesprecio y triunfos vacíos de significado. En entrevista para GQ, Roiland enfatizó en la necesidad de matizar a Rick como un signo de nuestros tiempos y no tanto como un role model.

Tanto Rick como Morty son síntoma de la psique del norteamericano contemporáneo. Responden a dos polaridades de la masculinidad: Morty como un ser temeroso en extremo ante cualquier atisbo de cambio o transformación; Rick como una reacción destructiva y desenfadada ante la posibilidad de la muerte. Juntos, conforman una sola representación de una hombría destruida y sus conflictos: el hombre del futuro. No sorprende que, para reforzar esta dualidad, Justin Roiland interprete la voz de ambos personajes.

Dan Harmon entiende el reto que enfrentan con la nueva temporada. Por lo mismo adelantó que incluirán nuevos personajes y giros inesperados. Su deseo, aseguran, ya no es retratar lo insignificante que es la vida humana en el universo sino la dificultad de encontrar paz dentro de esta insignificancia.