Ciudad de México.- Bolivia es el único país con dos banderas oficiales. Hasta el domingo 10 de octubre de 2019, además de la bandera tricolor oficial desde 1851, en todos los recintos oficiales ondeaba también la “Wiphala”: una bandera cuadrada compuesta por 49 cuadrados de siete colores distintos.

La Wiphala se convirtió en bandera oficial luego de que Bolivia fuera declarado un “Estado plurinacional” en 2008. Así fue hasta el 10 de octubre, cuando la policía retiró todas las wiphalas de los edificios públicos de Bolivia, tras la renuncia de Evo Morales.

Además de los enfrentamientos entre opositores y simpatizantes de Evo, a la crisis que significa la renuncia de un presidente impulsada por las fuerzas armadas —es decir, un golpe de Estado, pues su mandato aún no terminaba—, se ha sumado un enfrentamiento cultural en donde símbolos cristianos y emblemas indigenistas cobran peso en la arena política.


Así, apenas unas horas después de la renuncia de Evo Morales, un hombre entró a la vieja Casa de Gobierno en la Plaza Murillo, ubicada en La Paz: Luis Fernando Camacho Vaca, el principal líder opositor, pretendía hacer firmar al ya expresidente una carta de renuncia. Al no encontrar a Evo Morales en el recinto decidió arrodillarse frente a una Biblia dispuesta sobre una bandera boliviana, como un cruzado europeo. “Ha vuelto a entrar la Biblia al Palacio: nunca más volverá la Pachamama”, festejó uno de los acompañantes de Camacho.

Más que una bandera, la Wiphala es un símbolo creado para reconocer la diversidad cultural presente en Bolivia, sobre todo a sus pueblos originarios y sus distintas formas de organización, impartición de justicia, pensamiento y cultura.

Nada de eso pareció importar tras la renuncia de Evo Morales: mientras Camacho entraba a la Casa de Gobierno para arrodillarse frente a una Biblia, afuera las fuerzas policiacas festejaron la caída de Evo recortando la Wiphala de los escudos de su uniforme y en redes sociales comenzó a circular un video donde se ve a un grupo de manifestantes prender fuego al emblema aymara.




▶ ¿Emblema indígena o símbolo del oficialismo?



A diferencia de las otras banderas rectangulares, la Wiphala es cuadrada. Este ajedrez multicolor está presente no sólo en Bolivia sino en toda la región andina: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina. Dependiendo de la disposición de los colores, la Wiphala representa a una región distinta.

Como la bandera mapuche en Chile o el arcoiris de la bandera del Tahuantinsuyo en el Cuzco, la Wiphala es un símbolo relativamente nuevo que busca otorgar representatividad a la población indígena, lo que en Bolivia quiere decir seis de cada 10 personas.


Si bien se trata de un símbolo aymara, con él se intenta a abarcar también a los otros pueblos. No obstante, cuando en 2008 una reforma constitucional logró convertir a Bolivia en un “Estado plurinacional” y la Wiphala adquirió el mismo rango que la bandera de la República, muchos vieron en esto una imposición: los aymaras —pueblo al que pertenece Evo Morales— no representan a la totalidad de la población originaria en Bolivia, donde también habitan quechuas, guaraníes, afrobolivianos, chacobos, chiquitanos, entre otros.




También hay quienes consideran que la Wiphala, como emblema indígena, representa un artificio folklórico que rescata patrones cromáticos de antiguos textiles encontrados en la zona, pero apoya su simbolismo en dudosas explicaciones arqueológicas —nutridas de cierto ambientalismo new age— que intentan dotar de capital político a una población históricamente marginada con la intención de lucrar electoralmente con ella.

Hugo Lanza, especialista en la cultura aymara, fue quien impulsó durante el Primer Congreso Indigenista de 1944 el rescate del mosaico de colores para promoverlo como bandera autóctona.

Argumentó entonces que la mera existencia de la palabra wiphala y su significado —literalmente, “el triunfo que ondea en el viento”— debían implicar que los aymaras habían contado con un símbolo nacional en forma de bandera incluso antes de la invasión española.

Desde entonces la bandera, diseñada a partir de la decoración de ciertos hallazgos arqueológicos, comenzó a ser usada en todo tipo de eventos cívicos de las comunidades indígenas, desde asambleas políticas hasta festividades civiles. Las wiphalas también se multiplicaron en protestas sindicales de los campesinos indígenas.

▶ Ataques racistas



Hoy, cuando los grupos opositores en Bolivia reivindican la Biblia como un elemento de poder político y cuando otros eventos remarcan la distancia entre indígenas, mestizos y blancos en Bolivia —como la foto de un grafiti sobre un cruce vial que recorre las redes sociales: “Viva Bolivia libre de indios”; o la declaración de Evo Morales en su mensaje de renuncia: “Mi pecado es ser indígena y cocalero”— las agresiones a la Wiphala pueden leerse como un ataque racista, más que como una reivindicación de la democracia ante un posible fraude electoral.

No permitiremos como universidad que se mancille ese símbolo patrio. Pidieron democracia para todos y sin racismo, la Wiiphala representa también a gran parte de Bolivia
Universidad Pública de El Alto, Bolivia

Así, en varios puntos de La Paz, la misma ciudad donde apenas ayer las multitudes festejaban la caída de Morales, otros miles se han lanzado a las calles para protestar contra el golpe de Estado con la Wiphala en brazos.

En la ciudad de El Alto, una manta ha sido colgada justo en la entrada de la Universidad Pública: «La Wiphala se respeta, carajo».



La misma Universidad Pública de El Alto emitió un pronunciamiento pidiendo respeto al símbolo patrio. “No permitiremos como universidad que se mancille ese símbolo patrio. Pidieron democracia para todos y sin racismo, la Wiphala representa también a gran parte de Bolivia”.


Más allá del rigor histórico que reclaman sus detractores, los símbolos cobran poder cuando las comunidades se apropian de ellos. Este lunes 11, grupos de policías han tenido que ofrecer actos de desagravio ante las protestas multitudinarias que se desataron en El Alto por los actos de vandalismo contra la Whipala.

“Hemos jurado lealtad al pueblo, a nuestra patria, no a una persona, no a un partido político”, dijo un policía en Plaza Murillo luego de un evento de disculpas públicas ofrecido en aymara y quechua.

En esa misma plaza, el diputado opositor Rafael Quispe decidió volver a izar la Wiphala en el asta bandera: “La Wiphala no es del MAS (Movimiento Al Socialismo, dirigido por Evo Morales), no es de un partido, es de los pueblos. La Wiphala volverá a la Asamblea”, dijo.

Horas antes, durante una transmisión de radio, el ministro de Desarrollo Rural, César Cocarico, reclamó que los policías hayan decidido recortar la Wiphala de sus uniformes: “¡Cómo es posible que hayan quemado la Wiphala, que la hayan cortado! ¡La Wiphala es una conquista!”.