Por: Ximena Santaolalla

Acabo de leer esta frase en el New York Times. “Pensé que la pornografía era consensual hasta que apareció un video mío en pornhub”. Susan tenía 15 años cuando su novio la filmó durante un encuentro sexual y subió el video a Pornhub. El video sigue apareciendo en las búsquedas a pesar de que han transcurrido algunos años y de que ya había sido borrado. Sin embargo, l@s usuari@s de esa plataforma pueden bajar y guardar los videos en sus dispositivos, así como volver a subirlos en cualquier momento, sin importar el contenido, la edad o el consenso de las personas que aparecen.

Existen todo tipo de víctimas menores o mayores de edad, niñas, adolescentes y mujeres, pero también niños y hombres. Me viene a la memoria el caso de Rose Kalemba, quien a los 14 años fue víctima de un ataque extremadamente violento que duró 12 horas, durante las cuales 3 hombres la violaron, golpearon y acuchillaron. Estuvo inconsciente varias veces en el transcurso de esa noche y fue tirada en la calle por la mañana. Los atacantes filmaron las violaciones y subieron 6 videos a Pornhub bajo los títulos: “teen crying and getting slapped around,” “teen getting destroyed,” y “passed out teen.”

Rose intentó contactar a Pornhub durante seis meses, todos los días. Enviaba cartas, mails y hacía llamadas informando que era una menor de edad y que solicitaba que los videos fueran retirados. Nunca recibió respuesta de Pornhub hasta que se hizo pasar por una abogada que amenazaba con demandar a la empresa y, gracias a esto, eliminaron los videos en dos días.

Eso no fue lo peor. Rose fue atacada durante más de 5 años, después de la aparición de los videos. Adolescentes y adultos le enviaban mensajes en los que la amenazaban si no enviaba videos o fotos desnuda, la insultaron muchas veces en la calle, le llegaron a escupir y a tocar partes de su cuerpo sin su consentimiento. Ella cuenta que lo que más le dolió, fue ver que también la violaban mientras estaba inconsciente.

Este es solo un ejemplo entre las miles de historias infernales por las que han atravesado tantas víctimas. Existen también víctimas de tráfico sexual, quienes son secuestrad@s para violarl@s, filmarl@s y subir los videos a plataformas como Pornhub, pues Pornhub admite todo tipo de contenidos sin una revisión previa (Pornhub tiene solamente 80 revisores versus los 1,500 que tiene Facebook para monitorear contenidos, a pesar de que Pornhub tiene muchos más visitas que Facebook).

Un ejemplo de tráfico sexual, es el de la niña de 7 años que fue adoptada por unos americanos en Filipinas; fue violada y filmada durante 9 años. Y la chica de 15 años que desapareció y fue encontrada un año y medio después, porque su madre ubicó en Pornhub decenas de videos de su hija siendo violada y casi asfixiada con una bolsa de plástico.

La pandemia ha empeorado las cosas. De acuerdo con el National Center for Missing and Exploited Children, en EUA hubo un aumento de 3 millones de usuari@s nuev@s de pornografía infantil entre marzo y abril de 2019. Ya era grave en 2019 y, sin embargo, en tiempos de pandemia durante el mismo periodo (entre marzo y abril de 2020), el aumento fue de más del doble: 7.7 millones de usuari@s nuev@s. El Indian Child Protection Fund (ICPF) reporta un aumento de 95% en la demanda de pornografía infantil en India desde marzo de 2020. En UK, de acuerdo con la Europol, el aumento es de 146%.

El oficial Simon Bailey, un policía de Norfolk que forma parte de la cabeza nacional para la protección a la infancia en el Reino Unido, asegura que el consumo compulsivo de pornografía ha llevado a una “desensibilización” ante imágenes y videos pornográficos convencionales; menciona que much@s consumidores compulsiv@s, en especial hombres, ya no se sienten satisfech@s con los videos tradicionales y buscan otro tipo de pornografía. Es posible que no usen la palabra “infantil”, “menor de edad” o “niñ@s” en sus búsquedas; sin embargo, inevitablemente llegarán a contenidos en los que participan adolescentes y niñ@s cada vez más pequeñ@s, normalizándolo poco a poco y volviéndose usuari@s recurrentes.

Yo no escribo esta opinión para iniciar una cruzada contra la pornografía. Eso sería no sólo ingenuo de mi parte, sino completamente inútil. Lo que quiero expresar es la necesidad de un control de contenidos por parte de éstas plataformas: 1) revisar la edad de las personas que aparecen en fotos y videos, incluso solicitando un documento que valide su mayoría de edad; 2) obtener el acuerdo consensual y por escrito de las personas que aparecen, 3) prohibición de bajar y guardar videos en los dispositivos de l@s usuari@s, a fin de tener la capacidad de eliminar eventualmente contenidos que no debieron subirse (ello evita que el contenido sea compartido por los usuarios), 4) la curaduría de los contenidos que l@s usuari@s deseen subir, antes de ser difundidos.

Dada la enorme cantidad de dinero que genera esta industria, por supuesto que existen los recursos suficientes para crear y poner en práctica los controles que mencioné en los 4 puntos anteriores, contratar más revisores o “curadores”, e incluso contar con una bolsa de dinero para el apoyo a víctimas.

Mientras tanto, me conformaría con solicitar a l@s usuari@s de sitios como Pornhub, que sean crític@s al poner “play” a un video. Cuiden el tipo de búsquedas que realizan, pensando en los riesgos y sufrimiento que puede haber detrás de palabras como “violación”, “teen”, “brackets”, “pre-teen”, “pedofilia”, “asfixia”, “bestiality”, por mencionar algunas muy comunes. Dar play a un video y mirarlo, implica promover la filmación de videos similares y víctimas similares. Piensen en lo que implica y el sufrimiento que genera el consumir contenidos violentos; contenidos en los que no queda claro si las personas que aparecen son mayores de edad; videos donde aparecen personas llorando o pidiendo que el acto sexual pare. O videos donde aparecen personas siendo asfixiad@s o golpead@s.

¿Qué opinan? Pensemos si conocemos a personas en riesgo o a personas que ya han sido víctimas. Todo esto es una realidad a la vuelta de la esquina, si no es que dentro de nuestras casas.