Ciudad de México.- Vivir en un mundo en el que no haya café, manzanas, tomates u otros productos agrícolas pareciera inconcebible, pero la drástica merma en la población de polinizadores como las abejas, pone en riesgo al propio ser humano.

Por ello, se ha iniciado un proyecto piloto en el país, para fabricar panales artificiales mediante el uso de popotes (pitillos o pajillas) de plástico en busca de contribuir a la preservación de las abejas.

En los últimos 30 años, las abejas han sufrido una grave crisis, por la que se calcula que el 30 por ciento de sus colonias en todo el mundo están desapareciendo cada año por enfermedades, plaguicidas y afectación de los ecosistemas.

Para ayudar a preservarlas han ido apareciendo muchas ideas, entre ellas la del proyecto ecológico Last Straw, de la empresa Son de Miel, el despacho de diseño digital Praxlab y la agencia creativa Isobar México consiste en el desarrollo de un prototipo de colmena utilizando popotes de plástico nuevos o usados para crear panales artificiales, de tal forma que las abejas trabajen menos en construir sus celdas y dediquen más energía a la reproducción y el aumento de sus colonias.

Ante la necesidad de atender el problema social y ambiental de los polinizadores, el equipo de trabajo aprovechó la coincidencia de que el diámetro de las cavidades de los panales es del mismo tamaño que los popotes.

Sumaron la asesoría de académicos, especialistas y apicultores, responsables de definir el diseño de la colmena y la aplicación de los popotes.

Este proyecto no solo permitirá obtener miel orgánica, sino ayudar a las abejas y reciclar productos plásticos
Ricardo Tovar, gerente de proyectos de Isobar México
Cada popote de plástico tarda hasta 200 años en biodegradarse, causando daños irreparables en los ecosistemas. Para contribuir a su erradicación, Last Straw invita a restaurantes y consumidores a dejar de usarlos y no contaminar, pero hoy han encontrado una opción para la que pueden tener un efecto benéfico para todos.

Actualmente el proyecto está en la segunda fase de cuatro, en el que ya las abejas han mostrado importantes indicios de aceptación del material y ya depositaron miel en los panales artificiales, señaló Fernanda Mantilla, supervisora de cuenta de Isobar México.

Un tercio de la alimentación humana depende de la polinización por insectos, en la que se destaca la abeja de la miel o abeja melífera, que es responsable de polinizar a 71 de las 100 especies de cultivos que proporcionan el 90 por ciento de los alimentos del mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

▶ CREATIVIDAD E INNOVACIÓN POR EL AMBIENTE

Este proyecto tiene múltiples beneficios, como generar conciencia sobre la contaminación por plásticos, ayudar a las abejas y contribuir a que “se aprecie que la creatividad, la innovación y la tecnología son elementos esenciales para que el hombre ayude a la preservación ambiental”, destacó Mantilla.

Los popotes están hechos del plástico polietileno, material que suele usarse en la fabricación de colmenas artificiales, lo que significa que es un material muy bien aceptado por las abejas. Además, para evitar la presencia de microorganismos que afecten a los insectos, los popotes pasan por un tratamiento de esterilización.

“Buscamos ampliar este proyecto, que al momento se aplicó en campos apicultores ubicados en Xochimilco, al sur de Ciudad de México y en Veracruz”, expuso.

En el prototipo se usaron 240 popotes por cada panal de cría y 120 en un panal pequeño, que se colocaron en la caja de la colmena.

En busca de que este proyecto se expanda por todos los territorios posibles en el país, invitan a quienes quieran colaborar en el cuidado de las abejas en cualquier parte a descargar los planos de la colmena en la web de Last Straw (www.laststraw.lat).

Después del periodo de prueba, la meta es que el prototipo final esté disponible y libre de derechos para que pueda ser replicado en cualquier parte del mundo bajo el modelo “open source”.

La FAO indica que actualmente la industria agrícola invierte al año más de siete mil millones de dólares en investigación y desarrollo de nuevas moléculas de plaguicidas más seguras, para no afectar a las abejas y otros polinizadores.

(Efe)