Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, acusó al expresidente Felipe Calderón de encabezar reuniones con el narco, en una carta escrita en noviembre de 2012 y entregada a la periodista Anabel Hernández.
El señor Calderón Hinojosa deseaba tener con todos los grupos de la delincuencia organizada para lo cual él personalmente realizó varias juntas para tener pláticas con grupos de la delincuencia organizada.
Y es que según La Barbie, su detención fue producto del desacuerdo para colaborar con Felipe Calderón y señaló al expanista por acoso en su contra.

“Mi detención fue el resultado de una persecución política por parte de C. Felipe Calderón Hinojosa, quien instauró un acosamiento (sic) en contra de mi persona por la razón de que el suscrito se negó a formar parte del acuerdo”, escribió.

El texto revelado en el diario Reforma fue entregado por la abogada de La Barbie, Eréndira Joselyn Guerra, pocos días antes de que finalizara el sexenio de Calderón.

En dicha misiva Valdez Villarreal se refiere a un “grupo selecto” de colaboradores del exsecretario de Seguridad Pública durante el sexenio de Calderón, Genaro García Luna.

“Integrado por Armando Espinosa de Benito, quien trabajaba con la DEA y me pasaba información, Luis Cárdenas Palomino, Edgar Eusebio Millán Gómez, Francisco Javier Garza Palacios (PF Colombia), Igor Labastida Calderón, Facundo Rosas Rosas, Ramón Eduardo Pequeño García y Gerardo Garay Cadena quienes también forman parte y reciben dinero de la delincuencia organizada y de mí”, se lee.

¿DE QUÉ SE RÍE LA BARBIE?

El 30 de agosto de 2010 el gobierno de Felipe Calderón anunciaba la captura del narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, quien en toda la cobertura mediática al respecto aparecía sonriente durante su presentación en el centro de mando de la Policía Federal en la alcaldía de Iztapalapa en la Ciudad de México.

Entre la opinión pública surgió una interrogante que inundó los noticiarios y columnas de opinión ante el enigmático mensaje del líder criminal, ¿de qué se ríe La Barbie?, se esparcía en medios impresos, radio, televisión y redes sociales.

Algunos concluyeron que la perversa mirada se debía a que el criminal había matado a sangre fría, no a uno sino a decenas y tal vez a cientos de rivales y lo confesaba con una sonrisa que hiela la sangre.

Incluían a La Barbie en la galería de criminales mexicanos, la mayoría sicarios del narcotráfico, que narraban sus maldades en interrogatorios grabados por las autoridades que después entregaban a los medios para alimentar la narrativa sanguinaría y de la guerra contra el narco de un sexenio.