La Partida Secreta era un gasto del presupuesto público donde el expresidente Carlos Salinas de Gortari pudo disponer de millones mensuales como una “caja chica” para repartir entre sus seguidores más “leales”: desde secretarios de estado, funcionarios, familiares, dueños de medios y escritores, como Héctor Aguilar Camín.  

De acuerdo con la investigación del periodista Miguel Badillo, quien publicó en Contralínea su el texto La “Partida Secreta” que se robó Salinas de Gortari, el expresidente dispuso de al menos 200 millones de pesos de forma mensual para repartir dinero a modo entre los fieles al mandatario. 

Uno de los beneficiarios de esa partida del erario utilizada por Carlos Salinas fue el escritor Héctor Aguilar Camín. Contralínea publicó el lunes pasado copias de los cheques entregados al historiador, así como comunicaciones firmadas por Aguilar Camín al entonces presidente. 

Te puede interesar: #ENTREVISTA Salinas de Gortari fue parte de Cal y Arena, de Aguilar Camín: Taibo II

“Se trata de una serie de cheques por la suma de 3 mil 424 millones 450 mil 200 pesos de aquella época, antes de que le quitaran los tres ceros a la moneda mexicana y con las respectivas devaluaciones correspondientes a unos 30 años”, explica Badillo.

Los pagos de presidencia al escritor son a través del Centro de Investigación Cultural y Científica (CICC) y la empresa Nexos-Sociedad, Ciencia y Literatura, SA de CV. 

“Presidente, se que no hemos terminado, pero nuestras finanzas, por la misma demora, andan mal. Si pudieras anticiparnos el saldo de la investigación, será una gran ayuda (solidaria)”, y de su puño y letra agregaba: “Un abrazo”, se lee en una de las comunicaciones entre Aguilar Camín y Salinas. 

Y remata Badillo en su texto que, el 20 de septiembre de 1993, Salinas entregó a Camín un cheque por 542 mil 180.45 pesos, “éstos sí ya de los nuevos” sin los tres ceros.

Te puede interesar: Intelectuales como Krauze y Aguilar Camín vivieron cómodos en la ‘Suiza priista’: Jairo Calixto

La Partida Secreta de Salinas

“Utilizada por la Presidencia de la República como una “caja chica”, y el caso más concreto de ese abuso de poder lo ejemplifica Carlos Salinas de Gortari, quien durante su sexenio (1988-1994) disponía mensualmente del equivalente de 200 millones de dólares (4 mil millones de pesos al tipo de cambio actual) para repartirlos entre sus hermanos –Raúl principalmente– y sus amigos, compadres, burócratas, empresarios, legisladores, escritores, periodistas, dueños de periódicos y concesionarios de radio y televisión”, escribe el periodista. 

Badillo confirma la información por medio de una copia de un estado de cuenta de noviembre de 1994, de la cuenta 6300-0-005, donde Salinas realizó “41 movimientos bancarios por un total de 652 millones 38 mil 799.49 pesos”, durante el último mes de su sexenio. 

“Esa Partida Secreta la manejaban por instrucciones de Salinas de Gortari el administrador de la Presidencia, Octavio Sentíes Hoyos; el secretario particular del presidente, Justo Ceja, y los hermanos Francisco y Araceli Vázquez Alanís, ambos funcionarios de la Presidencia” refiere el periodista. 

Explica que la cuenta se “descubrió” en la administración de Ernesto Zedillo, quien ordenó a la Secretaría de Hacienda investigar al exsubprocurador Mario Ruiz Massieu por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero, donde encontraron que Massieu recibió 300 mil pesos, por órdenes del expresidente.

Además narra que Ernesto Zedillo permitió que la entonces Procuraduría General de la República, “integrara un expediente penalpor peculado en relación a la Partida Secreta, pero no se concretó en el poder judicial. 

“El Poder Judicial consideró que esos recursos del pueblo mal empleados sí tenían origen, pero no tenían destino que estuviera explícitamente marcado dentro del presupuesto público federal, de tal manera que los mandatarios en turno podían entregarle el dinero a quien ellos quisieran, según dictaminó el Tribunal judicial”, explica Badillo. 

El 11 de marzo pasado el Senado de la República votó a favor de la eliminación de la Partida Secreta; recursos públicos que los Presidentes de la República “podían gastar de manera discrecional”.