El expresidente Ernesto Zedillo admitió que cometió un error en el combate a las drogas durante su sexenio de 1994 al 2000.

“No omito la responsabilidad, yo seguí una política equivocada”, dijo Ernesto Zedillo.

Durante su participación en un evento del CIDE, Zedillo dijo que las decisiones que se tomaron en 1997 sobre el combate a las drogas no tuvieron cambios significativos. Consideró que solo cambió la manera en que se discutía el tema, pero sin resultados claros.

El expriista agregó que la falta de resultados en el tema es desde hace dos décadas, incluyendo el periodo en el que fue presidente.

Ernesto Zedillo explicó que al intentar cambiar la problemática, la inercia institucional impedía tener avances significativos.

“Habiendo tenido responsabilidad pública en nuestro país varias capacidades como presidente de México, soy el primero en reconocer que, cuando se discutían varios aspectos de la política de drogas, la fuerza motriz de nuestras discusiones era básicamente la inercia”, agregó el expresidente.

Añadió que dicha inercia determinó que aunque se tenían buenas intenciones, se obtenían “terribles resultados en materia de política de drogas”.

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En el evento, el expresidente indicó que se llega al poder público para ver por el interés de la ciudadanía y satisfacer a la opinión pública.

“Uno no llega al poder público para satisfacer a cualquier costo a la opinión pública. Uno llega al poder público para hacer un servicio público y ver por el interés de la ciudadanía”, mencionó.

Zedillo muestra su postura sobre la regulación de drogas

Ernesto Zedillo dijo que la prohibición de las drogas abre la puerta al mercado negro liderado por el crimen organizado, lo que cuesta decenas de muertes.

“El daño a la vida directa o indirectamente que han sufrido las personas que estuvieron en esta lucha, el resquebrajamiento de nuestras instituciones y la falla sistemática del estado de derecho que esto ha traído”, sentenció.

También consideró que el Estado tiene la responsabilidad de intervenir y regular todo lo que pueda causar un mal social. Por ese motivo, no se debería prohibir, sino “regular la producción de las drogas”.